Escalofríos

Escalofríos que me entran cada vez al verte pasar, esos temblores que siento al ver tus lunares y a la vez esas ganas de hacer grandes conspiraciones con ellos, de tus sábanas que lleven las bonitas marcas de mi piel, que tu cuello lleve mis rasguños y también algunos mordiscos que otros, que los besos sepan a ese Whisky con el toque de la mejor droga que exista, que persistamos en grabarnos las mejores noches para que queden en nuestros recuerdos, los maravillosos acústicos de aquel Agosto infinito; quizás podría recorrer tus hoyuelos como las mejores avenidas de las grandes Ámericas, porque si me dejarás llegar hasta el final de tu sonrisa diría que es muchísimo más bonita que esos amantes que algún día pasearon por las iluminadas calles de París, o puede ser que este en ruinas como Roma, pero de eso no te preocupes, yo me encargaré de reconstruir esos pequeños pedazos.

Paisajes.

Y es que los paisajes nos transmiten millones de cosas, tanto buenos momentos como malos ratos, miraba por la ventana del autobús, ese paisaje tan impresionante que me rodeaba: montañas tan bonitas como las curvas de tu cuerpo, campos verdes tan grandes como tus verdades, pero a la vez los malos momentos también se podían reflejar en nuestros besos, en tu orgullo que era más duro que el muro de Berlín, fíjate tú. Donde sólo me quedaba el recuerdo, las cicatrizes de la triste soledad y las pequeñas marcas que eran como pequeñas galaxia echas por tus pequeñas mordeduras, esas sonrisas más bonitas que las historias de Romeo y Julieta juntas, esas caricias que que nos sabían a rosas, aquellos intercambios de humo entre tu aliento y el mío, pero es volver a la pura realidad, esa que no cambia, donde te das cuenta de que ya no existe tu olor en mi cama, donde esas sábanas ya no son las nuestras, que al final acaban siendo las mías, ese cigarro mío que añoraba el tuyo.